Un monolito que deja atónitos a unos primitivos primates (¿nosotros?), dejado a propósito por unas entidades alienígenas.
Un robot que toma consciencia de sí mismo, y se vuelve contra su creador, el ser humano.
Un embrión luminoso que vislumbra una nueva evolución de la especie humana.
¿Tiene sentido? No tiene una trama uniforme, si eso me preguntas. Son esas reflexiones filosóficas incoherentes, con esa música de Richard Strauss de fondo ("Así habló Zarathustra", coincidencia, ¿no?)
Todo esto encarnado en la mejor ciencia ficción de la mano de uno de los tres grandes de la ciencia ficción: Arthur C. Clarke. Ni mencionar que al pobre genio le han atribuido la invención de las tablets, en medio de las sucesivas demandas que la pareja Samsung y Apple han entablado por decidir el origen de estos dispositivos.
Les dejo un trailer recreado de este clásico de todos los tiempos de la ciencia ficción. No podés decir que sos un Sci-Fi lover si jamás viste esta película, aunque fuese una vez.
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