domingo, 21 de octubre de 2012

El discurso del Amo y Señor

El levantó su copa y exclamó:

"Sigamos haciendo las cosas tal como están. ¿Para qué gastar rebuscando soluciones? ¿Para qué idear nuevas maneras de hacer lo mismo y mejor? ¿Para qué buscar el progreso, si acaso la comodidad de lo existente nos da seguridad? ¿Por qué aventurarnos por un camino nuevo, persiguiendo quimeras, mirando el futuro, en vez de malgastar el presente? 

El presente es todo lo que existe. El futuro, que se lo vean nuestras crías y demás embriones que esperan su turno en venir. Es un desperdicio invertir esfuerzo siendo que es mejor reposar en el sistema, en el entramado ya organizado y eterno.


¿Para qué buscar hacer mejor las cosas? ¿Pobreza? Que se lo vean los pobres. Algunos no fueron lo suficientemente inteligentes, otros holgazanearon, otros fueron demasiado buenos en esta selva de depredadores, y otros solamente sacaron la mala lotería genética.


¿Contaminación? ¡Qué importa! Como dije, que se lo vean los futuros humanos. Lo que importa es el ahora, y extraer lo más posible del ahora. Si luego no queda nada, problema ajeno, no nuestro. Como quien llega tarde a un festín, que se conforme con las sobras.


No importa el mañana, no importa la especie, no importa el planeta, no importa el cosmos, no importa la vida. Tan sólo el ahora. Este instante, esta inmediatez. Por eso, es el peor sacrilegio perder tiempo buscando soluciones. 


No hacen falta soluciones, porque los problemas actuales no son problemas. Son situaciones que nos convienen. 


Que caigan naciones y pueblos enteros. Que se echen a perder vidas, si ha de ocurrir ello. 


Solamente importamos nosotros. Y lo que podamos robar, extraer y estrujar. Todo lo material que podamos acumular, sin importar a quien tengamos que pisotear y exterminar. Y hay que hacerlo lo más rápido e intensivo posible, porque la vida es breve. Y después de la vida no hay nada, solo el vacío silencioso de lo inexistente. 


Así que, apurémonos en nuestro exterminio. Si el planeta tiene que morir, lo mataremos. Si hemos de matar a nuestros hijos, que lo hagamos. Apurémonos antes que el tiempo reclame nuestros cuerpos. "


Y así dijo el Amo y Señor, y todos los que con él estaban reunidos, asintieron con una sonrisa.

En pocos siglos más, el Homo Sapiens cesó de existir, y su planeta, llamado "Tierra" por sus antiguos habitantes, quedó más muerto que un asteroide, más inhabitable que Venus y Júpiter.

Por suerte, nosotros no nos atrevimos a hacer contacto con esa especie.

Que el Cosmos se apiade de su memoria.


1 comentario:

  1. Si tuvieras que enmarcar (odio esta palabra) tu filosofía de vida dentro de las escuelas de antes y de ahora, ¿dónde la pondrías? Existencialista quizás?

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