El escritor y divulgador científico, Isaac Asimov, fue una de las
figuras emblemáticas de la ciencia ficción del siglo pasado. Uno de los tres
grandes nombres de la Era Dorada de la Ciencia Ficción -junto a Arthur C.
Clarke y Robert Heinlein- dejó varios escritos espeluznantemente proféticos y
por sobre todo, épicos. “Fundación” es su saga cumbre y paradigmática.
Imaginemos un Imperio Galáctico que, pese a toda su majestuosidad y
frivolidad, esté rumbo a su aniquilación. Pero lo dramático no sería tan solo
eso, sino que esta muerte conduciría indefectiblemente al olvido de todo el
acervo humano acumulado durante milenios.
Las matemáticas se extraviarían, todo conocimiento de medicina,
literatura, ciencias, etc desaparecería. Todo lo que la especie humana pudo
robar en saber al universo habrá sido en
vano, y la humanidad descenderá a un estado de barbarie y retroceso del que no
podrá librarse en cientos de miles de años.
¿Cuál sería nuestra solución? Establecer dos fundaciones, una en cada
extremo de la galaxia, que custodien el conocimiento de la especie humana
durante y tras la caída del Imperio. Eso en primer lugar, y en segundo,
disminuir el período de debacle para entonces poder forjar otro Imperio
Galáctico, más sólido y extenso.
Con esta premisa emprende Asimov la aventura literaria de la Fundación,
cuya trilogía original recibió el eximio Premio Hugo a mejor Saga de Ciencia
Ficción de Todos los Tiempos en 1966.
Si nos remitimos a la vasta cantidad de libros, esta saga puede parecer
abrumadora (15 libros en total y
divididos a su vez en 3 'subsagas'), sin embargo es aquí donde El Buen Doctor
-apodo de Asimov- introdujo todo cuanto lo hizo célebre para la posteridad: desde
los robots hasta la ciencia ficticia de la psicohistoria.
Las inolvidables tres leyes de la robótica fueron enunciadas aquí. La
saga contempla desde el nacimiento de la robótica en la Tierra hasta la
conquista literal del espacio, materializada en un imperio humano que se
extiende por toda la galaxia.
Solo que los avances tecnológicos y científicos no fueron a la par del
desarrollo cultural de nuestra especie, y el Imperio Galáctico termina siendo
una caricatura del Imperio Romano y demás imperios que desfilaron en nuestra
historia. Pero por supuesto aggiornado y con toda la parafernalia tecnológica
que habría de esperarse en tal época.
Uno de los héroes de esta odisea, el científico Hari Seldon, será el
inventor de la ciencia llamada psicohistoria. La psicohistoria busca
predecir los comportamientos de grandes contingentes de personas a través de un
ejercicio transdisciplinar de matemáticas, psicología, sociología e historia.
Así fue previsto el derrumbe del Imperio.
¿Cómo acercarse a esta monumental obra? La trilogía original: Fundación,
Fundación e Imperio y Segunda Fundación, es una introducción segura.
Pero también puede comenzarse desde las narraciones robóticas (Yo, Robot).
Fundación contiene casi en su totalidad el aporte de Asimov,
no sólo a la ciencia ficción, sino a la cultura del siglo XX. ¿Y por qué no? No
deberíamos extrañarnos si sus escritos de hace más de 4 décadas describen
nuestro presente y proyectan nuestro futuro. Después de todo, el Buen Doctor
fue también un buen profeta.
Publicado en la Revista WILD del mes de febrero, 2014.
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