Aquí le saluda la antaño escurridiza y ahora impertérrita Titánida, aquella que fue eternamente víctima de las circunstancias y que ahora se erige en victimaria del silencio.
En verdad fui ingrata, pérfida; actúe desprovista de memoria y hasta de consideración.
Debiera merecerme el peor de los insultos, v.g: ser común inconsciente del universo, autómata distraída e incapaz de pensar fuera de sí misma. Presa de cardumen indigna de atención.
Pero no. No soy tan así como usted se habrá dado cuenta, y no he querido limitar nuestra conversación a la oscura espera de mi casilla de gmail. Porque usted tardaría mucho. Quise que usted formase parte del muestrario amorfo que constituye este blog, aún vacilante en nombrarse. Quise que este llamado quede expectante como un cuadro armado de palabras, un llamado no eliminable y depravadamente público.
Permítame dirigirme así, con un usted altisonante, pero es que a estas horas previas al alba usted se pasea en mi mente insistente, y se me presenta como algo idealizable… intangible. Usted es más que la Karina física–aunque sé que usted detesta ser llamada con todas sus sílabas-. Usted tiene algo que trasciende sus coordenadas, usted es una deidad abarcadora… usted se mofa, como yo, de la normalidad sirviéndose de estas dos dimensiones: el espacio y los morfemas des-ordenados clavados en él.
No crea que su existencia no provoca nada en mí, usted puede llegar a inquietarme mucho a veces. Usted hace nacer la curiosidad en mí. La curiosidad mía es hija suya, vea, reconózcala y dele su apellido! Curiosidad Rodríguez Flores-Allende!
Yo sé que usted se ha casado, metafísicamente. Yo también me he casado. No con un hombre, menos con una mujer. Me he casado con la cordura, pero me gusta ponerle los cuernos con la insania.
Yo sé que usted, con mucha seguridad, se ha enamorado. Yo no estoy en condiciones de emitir una respuesta sobre mí acerca de ese enunciado. Simplemente mi sistema se colgó y tengo que reiniciarlo… o quizás instalar un nuevo anti-virus.
Yo sé que usted ha abrazado mi poema desprotegido y nacido al azar. Se lo he agradecido con todo mi corazón inefable y me he refugiado en la fábrica de poemas. Quizás allí en la fábrica dé con el método supremo. Quizás simplemente deba soñar y abrazar mi ser.
¿Pero qué soy yo? Soy sólo una Titánida y usted es Andrahúlia. Usted es la Andrahúlia que en estos momentos se desempeña como mi interlocutora, acá en mis fantasías de subconsciente King-size. No la puedo abandonar a usted. Si la abandono, vendré yo a apresarme. Así que aférrese a mí, que le llevaré a pasear con el permiso de su marido.
Ahora, veame a mí, el error geográfico con pretensiones desordenadas de un blog egoísta. Un blog egoísta al que usted ayudó como partera. Un blog que tiene memoria de aquella que le ayudó a nacer, y la nombra en su ser.
El sueño me apremia y la humanidad vuelve a mí… Edward Cullen no está aquí para salvarme.
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