Sólo existimos nosotros, desnudos, sensibles, soñadores, ingenuos, humanos.
Somos mortales que se saludan para siempre.
Celebramos el brindis del amor aún sin conocernos y estamos ciegos a nuestro origen y nuestro fin.
Apenas rozamos lo que vemos y deseamos lo que no vemos.
Los sueños frágiles ahora nos son devueltos,
y el adiós se vuelve un retorno hacia lo que no conocemos,
un reencuentro irónico con lo que alguna vez fuimos y llegaremos a ser.
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