miércoles, 22 de agosto de 2012

El Hombre Mediocre Paraguayo

Dicen que la mediocridad es el refugio de los resentidos, de los envidiosos. Viéndolo así, la mediocridad tiene como requisito sine qua non, un espacio físico/mental delimitado y encerrado, que imposibilite visualizar todo aquello que no sea la mediocridad misma.

Pues bien, Paraguay se presta a ser ese espacio físico, pues es con todo derecho una isla. Una isla sui generis encerrada en tierra, sofocada por el calor, pero más que nada, por la actitud de sus habitantes.

Bueno, pasemos de lo general a lo específico, hablemos de la resistencia paraguaya, ya no al cambio, sino al curso natural de la vida. Todavía existen vestigios arqueológicos que caminan en nuestro suelo, que se aferran a actitudes mentales que impiden que Paraguay se cuente entre las naciones civilizadas.

Hoy quiero comentarles acerca de un individuo anónimo, cuyo nombre muchos lo gritarán al leer esto, que representa a muchos otros individuos, cuyo peso impiden al país levantarse.

Por culpa de individuos como éste, el Paraguay no progresa y no está a la altura de las grandes naciones del mundo.

Podremos considerar a este individuo como víctima de una cultura anterior a él, pero yo lo veo como victimario, como reproductor de una visión y una filosofía destructiva.

Tal filosofía destructiva, que aún tiene sus adeptos en el país, parte de esta premisa: la premisa de que somos un pueblito. Un pueblito -es decir, ese espacio físico/mental delimitado que permite el cultivo de la mediocridad- individualiza a sus habitantes. En un pueblito deben ser pocos, sino uno sólo el que "sobresale".

En este pueblito, que presenta características del Medio Oeste, las pocas personas que alcanzan "logros" se sienten con derecho a abarcarlo todo, negando paso y cerrando espacio al progreso de los demás, de las generaciones futuras. De esta manera, como en el Medio Oeste, el individuo "exitoso" (que realmente es mediocre) al verse amenazado por otros mejores que él, arremete contra ellos impidiendo su existencia en el pueblito. Porque el pueblito es suyo, es de él, y sólo de él. 

Así vemos que los mediocres consideran que la única manera de salir adelante, y revolcarse en su "éxito", es pisoteando a los demás. Pisoteando cabezas. Por eso los mediocres no se contentan con ejercer, mal que mal, su "arte", y suelen ejercer la docencia. Porque la docencia es poderosa e influyente. Porque la docencia es el arma más efectiva para acabar con quienes vienen detrás, para acabar con una competencia mejor, y para asegurar la supremacía de la mediocridad.

Bien sabemos que "una sola gaviota no hace la primavera", pero ellos siguen insistiendo con este modelo de reproducción de mediocridad, y de reducción de número. Por esta única razón, Paraguay dista mucho de ser un productor de cultura, arte y ciencia.

Reflexionemos por qué Paraguay no se codea con las naciones civilizadas y veremos que es porque es incapaz de producir primaveras por culpa de almas mediocres y resentidas como esta.





1 comentario:

  1. Totalmente cierto pero me alegro que en algunos años estas personas se convertirán en viejos peleles aplastados por el peso de sus propios actos...

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