miércoles, 12 de septiembre de 2012

Ser adulto y olvidar. Reflexiones de una post-adolescente.

Ser adulto.

Darse cuenta que nada es blanco o negro, sino que la realidad no es más que una escala de grises infinita. 
Nadie es enteramente bueno o malo, 
muchas veces ambas cualidades coexisten en la misma persona.


Darse cuenta que no hay nadie atrás
que te sostiene, sino que uno debe
erigirse en sostén de los demás.

La enfermedad ya no es sinónimo de osos de peluche, almohadas y caricias; sino muchas veces espanto, abandono y el peor terror que uno puede encontrar.

Que la verdad no es tal, y que decir la verdad es muchas veces    peor que mentir.

Que las discusiones no son para ser ganadas
ni ganar una representa tener la razón.
Que conviene ceder y callar.

Que la hipocresía es una moneda común
es la norma implícita de convivencia.


Ocultarse detrás de la
máscara de una ocupación o
posición jerárquica o económica
y perder el propio yo.


Que el amor es para muchos una
competencia de egoísmos,
un despilfarro de caprichos
y un ejercicio de mentiras
que uno mismo intenta creer.

Extraviar la propia identidad
y vagar en oscuros caminos ajenos.


Ser cómplice de la locura
y asesino de la creación.

              Ser adulto y olvidar.


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