Aquel rostro infante de tiernos horizontes y sonrisas desinteresadas empapó mi pasado entre vuelcos al corazón.
Indeleblemente impregnaste de belleza y resquebrajaste mi frágil corazón entonces falto de terneza.
Ahora beso a tu diminuto rostro pasado, inefablemente bella niña.
Huelo aquellas manitas, que asían juguetes y que torpe pero graciosamente movían entre dulces canciones su pequeño e inocente mundo
A pesar de que el tiempo te lleva alzando día a día,
aún eres indecible creatura de la más preciosa esperanza.
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